¿Qué sentimos cuando estamos confusos?
Sufrimos…sentimos Dolor
Parte de estar en ese punto doloroso reside en la no aceptación de lo que sucede. Nuestra mente rechaza a “las cosas como son”, sobre todo en lo que concierne a los problemas y los sufrimientos y comienza a tejer posibilidades, a modo de defensa.
No lograr decantarnos por una u otra “solución”, nos genera confusión y más dolor.
El único camino viable para salir de este círculo es:
1) Prestar especial atención a lo que estoy pensando y sintiendo en el instante presente.
2) Sentarme con mi dolor sin intentar hacer nada con él, sin explicarlo, cambiarlo o hacerlo desaparecer.
3) Separar lo que ocurre de mis sentimientos.
Puedo centrarme en el problema o puedo centrarme en mi emoción
Y me diréis: No puedo centrarme en el problema porque estoy muy confus@ al respecto, entonces me centraré en darle solución a mis emociones.
Si este bucle se vuelve incompatible con una vida aceptablemente feliz, decidimos por fin ir al psicólogo o hacer algún tipo de psicoterapia.
Paradójicamente, el proceso terapéutico (en el mejor de los casos, que no son todos) estará centrado en “aceptar” lo que ocurre, reconocer mi implicación en ello y encontrar algo que pueda hacer.
No puedo operar en mis emociones, ellas están ahí para decirme que hay algo que atender,
pero si puedo tomar acción en las circunstancias.